Analisis del Tejido social del Municipio de Buenaventura
El tejido social del Municipio de Buenaventura revela una serie de deficiencias que afectan seriamente la convivencia humana, la capacidad laboral y compromete el futuro de nuevas generaciones. El Municipio de Buenaventura es rico en recursos naturales pero de gente "pobre" que lucha por preservar la vida y mantener la dignidad humana. Desde este panorama debemos entender los datos sobre: concentración de la población, propietarios e inquilinos, población infantil, ingresos promedio, actividad económica, nivel educativo, desempleo, mujeres cabeza de familia, población adultos mayores, niños y jóvenes sin estudiar. Son precisamente los niños y jóvenes los más afectados por los procesos sistemáticos depredadores en la historia de este municipio.
Hoy, desde donde nos ubiquemos en el territorio del Pacifico Colombiano, constatamos una realidad de conflicto. En el documento Plan Colombia se afirma que: "El fenómeno del conflicto interno se ha imputado a la inestabilidad inducida por cuatro vectores cuyas actividades agresivas fomentan violencia física, psicológica, social y política: las organizaciones del narcotráfico los grupos subversivos, los grupos de autodefensa al margen de la ley y la delincuencia común". Y las mismas fuerzas armadas, en el afán de solucionar el conflicto, participan también como protagonistas de éste.
En el Municipio de Buenaventura se constata esta realidad de conflicto. Naturalmente que son los niños y jóvenes los más vulnerables en la confrontación de estas fuerzas generadoras de violencia, cuando sólo el 4% de los jóvenes que se gradúan como bachilleres continúan estudios a nivel profesional con autofinanciación, cuando tienen capacidad económica, o con créditos educativos, cuando reúnen los estrictos requisitos requeridos por las entidades crediticias de financiamiento educativo. El 96% de jóvenes bachilleres entrarán a formar parte del gran grupo de desempleados, o a su vez, fortalecerá los vectores generadores de violencia.
Es todavía mayor el número de jóvenes que están en este rango vulnerable. De los niños que empiezan grado primero, hasta llegar a grado once se observa una deserción del 45% que no logra graduarse y que a su vez es blanco de los arriba llamados vectores de violencia. Solo el 55% de los jóvenes que inician grado sexto logran graduarse. La situación económica de abundancia o pobreza alimenta también el círculo de vulnerabilidad en los niños y jóvenes. Por el manejo irresponsable del dinero o la búsqueda de éste por cualquier medio, los niños y jóvenes pueden terminar destruyendo su potencial humano, siendo presa fácil del consumismo y los vicios como el alcoholismo la drogadicción y la pérdida del valor fundamental de la vida y el respeto por el otro.
Las familias desarticuladas son el ambiente propicio para que los niños y jóvenes desarrollen modelo de conducta que atentan contra el adecuado proceso de maduración personal, asimilación y ejecución de actitudes humanas que favorecen una sana convivencia en su entorno. La falta de orientación y formación oportuna al interior de la familia desde la práctica de valores y el compromiso de los padres por dedicar el suficiente tiempo a sus hijos, permite que sean otros los escenarios y protagonistas donde los niños y jóvenes van aprendiendo e integrando conductas que comprometen luego el sano desarrollo de su personalidad y la aceptación y ejecución de una normatividad que garantice la adecuada convivencia social. La no participación efectiva en las síntesis económicas, políticas y socio culturales, por ausencia de espacios de participación o reflexión juveniles, hace que el joven se sienta atraído más por la rumba, el ocio, la "camaradería", desarrollando así un marcado indiferentismo o incapacidad para ser gestores de iniciativas que se van activando a nivel comunitario, barrial o municipal.
El incremento de la corrupción en las esferas de nuestra realidad, hace que el joven pierda credibilidad en lo institucional. La incongruencia que se da entre los valores propuestos y las deformaciones constatadas, producen el rompimiento con lo establecido y el debilitamiento ético de las estructuras. Como consecuencia de esto, los jóvenes se sienten habilitados para justificar sus comportamientos.
El incremento del hedonismo, como valoración máxima de lo placentero, hace que se pierda el valor del sacrificio, el esfuerzo, el costo de lograr una meta, el empeño, la constancia, la dedicación, la fidelidad a los compromisos. Así, cuando los jóvenes encuentran dificultades, abandonan fácilmente sus buenos propósitos, sus compromisos de cambio; se desaniman al no ver resultados inmediatos o frente al fracaso, provocando una pérdida de autoestima o encerrándose en sí mismos, siendo presa fácil de la depresión y de la pérdida de sentido existencial.
El culto exagerado de lo corporal hace que la persona se valore por su figura, por su ropa, por su exterioridad; y la dimensión espiritual, moral, afectiva y ética pasa al último plano hasta desaparecer de su cuidado en el desarrollo de la personalidad Desde esta constatación el joven se encuentra vacío en su dimensión integral como persona, siendo presa fácil de todo
materialismo deshumanizante y se pierde el respeto por el otro, debilitando la capacidad de tolerancia. La situación de desempleo o empleo temporal de los padres o madres cabeza de familia, repercute directamente en el desempeño académico de los niños y jóvenes, puesto que éstos no están en las mismas condiciones de los que de alguna manera cuentan con los recursos económicos para hacer frente a las exigencias de los centros educativos: materiales investigaciones, trabajos en grupo, actividades y otros.
El hecho de pertenecer a una familia cuya renta económica está por debajo del mínimo, configura una serie de características de tipo social y humano que influyen directamente en el desempeño escolar y las relaciones sociales.
Es precisamente en los barrios vulnerables donde se concentra la población con escasos recursos económicos y con características socio-familiares especiales. En estos espacios geográficos y sociales se constata una serie de problemas de todo tipo que hacen compleja la convivencia, siendo los niños y jóvenes los más afectados.
Es alta la presencia de niños que juegan en la calle sin ningún cuidado de sus padres, generando comportamientos de violencia y malformación en el proceso formativo de la conducta y la personalidad. Este mismo fenómeno compromete el rendimiento académico de los niños y los jóvenes que, sin ningún control o presencia de sus padres, utilizan mal el tiempo libre.
Esta visión de contexto permite entender las actitudes suicidas, alcoholismo, drogadicción, actos delictivos, embarazos a temprana edad, abortos, deserción escolar, agresividad, violencia, falta de compromiso social, indiferentismo religioso, bajo rendimiento escolar, y otros, para plantear la necesidad de implementar una serie de estrategias y alternativas que brinden instrumentos metodológicos y experiencias significativas de acompañamiento, formación y prevención que contribuyan positivamente en el compromiso de formar la personalidad integral de los niños y los jóvenes más golpeados por los problemas sociales de sus familias y del Municipio de Buenaventura.
La respuesta a esta problemática compleja debe ser proporcional. No es suficiente una atención directa de las consecuencias que emergen urgentemente y que bastante trabajo dan a quienes se ocupan de la problemática socio familiar desde las entidades competentes como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Comisaría de Familia, Inspección de Policía o Acción Social del municipio. La solución solo se podrá avizorar cuando se actúe sistemáticamente sobre las causas estructurales de la problemática descrita.
La intervención del Gobierno Municipal y Departamental a través de la inversión pública para el mejoramiento de las condiciones físicas de la población de los barrios cuya experiencia inicial fue una ocupación de hecho, en su mayoría se realizó de forma paternalista, sin el concurso de la comunidad. La participación y capacidad de organización de los grupos humanos para solucionar las necesidades básicas en el momento de la invasión, se debilitó porque de alguna manera las necesidades básicas se solucionaron, no así las necesidades fundamentales de crecimiento humano, educación, participación, solidaridad sana convivencia, tolerancia, respeto y generación de fuentes de empleo productivo para sostener una familia dignamente y abrir una amplia gama de posibilidades de crecimiento económico, empresarial, industrial, tecnológico, cultural y de acceso a la educación en todos los niveles, haciendo real el desarrollo social y sostenible.
La población rural no tiene las mismas condiciones y posibilidades de servicios públicos que la urbana. Las políticas de inversión en generación de empleo socio productivo han sido desarticuladas y sin suficiente seguimiento en investigación y asistencia técnica y financiera. Por lo tanto se hace urgente un plan de inversión en la generación de posibilidades empresariales y formas asociativas de producción del campo, garantizándose la comercialización y mercadeo de de los bienes y servicios. Además, apremia sintonizar con el Plan de Desarrollo Nacional en el tema de manejo social del campo con la adjudicación decretitos, préstamos para la adecuación de tierras, titulación de baldíos, distritos de riego, incentivos a la creación de microempresas rurales, y subsidios para el mejoramiento de vivienda.